Érase otra vez ...
Historia Chiruca (II)
Por aquel entonces, Esteban Fontfreda contacta con los cientos de refugiados franceses del Rosellón que huyen de la Primera Guerra Mundial por el camino de los contrabandistas. Muchos de éstos son fabricantes de alpargatas y comparten sus conocimientos con las familias de acogida, lo que propicia la apertura de la primera fábrica de alpargatas de esparto. Fontfreda empieza pronto a innovar con el esparto consciente de la incomodidad que supone aquel calzado en zonas húmedas como La Garrotxa y ante la necesidad de optimizar al máximo los 50 céntimos que llega a costar el par, de modo que fabrica un producto más duradero al incorporar una suela de goma.